—La belleza no está reñida con la inteligencia.
Y yo tengo la suerte de tener ambas —le dije casi pegada a su cara. Me mordí el
labio sabiendo que él miraba mi boca. Por fin le noté algún sentimiento:
impotencia y deseo. Sonreí apartándome un poco—. Pero hablemos de ti. En tu
caso la belleza te ha sido concedida… —Me levanté de la mesa con mis apuntes y
el café, y añadí—: pero la inteligencia brilla por su ausencia
*****
—Que
si vuelves a marcharte, te mataré. —Enarcó las cejas provocativa y se alejó de
mí.
*****
«Maldición, lo sabía. Sabía que esa niña
terminaría volviéndome loco.»
*****
—Mafia…
—susurró, saliendo del ascensor.
«Mafia…»,
me dije a mí misma.
Aquella
palabra asustaba. Y lo peor de todo era que estaba enamorada de un…
mafioso
*****
¿Quería ser una mafiosa? No estaba de acuerdo
con lo que tramaban sobre la pandemia, tampoco quería extorsionar a nadie. Pero
sí mataría a cualquiera que se acercara a Cristianno con la intención de
hacerle daño
*****
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